8 de octubre de 2011

Me abandonó, como se abandonan los zapatos viejos

Dijo hola y adiós, y el portazo, sonó como un signo de interrogación, sospecho que, así, se vengaba, a través del olvido, Cupido de mi. No pido perdón, ¿para qué? Porque ya no le importa... Siempre tuvo la frente muy alta, la lengua muy larga, y la falda muy corta.

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