4 de noviembre de 2014

Un cadáver, hasta que me roces.

Y cuando ella ya no esta, te ves queriendo huir
pero sin saber de que.
Y entonces es cuando comprendes que ninguno de los millones de labios que existen podrán darte lo que buscas, ninguna otra mujer tendrá el tacto que tenia su pelo, y por supuesto, ninguna de esas millones de mediocres muchachas podrá hacer tal uso de la lengua.
Si. Es su cara, sus piernas, sus manos, sus ojos, sus labios, sus pies fríos. 
Es ella. 
En ella viviría, saltando de pezón en pezón, me colgaría de su pelo, dormiría entre sus piernas. 
Y cuando me susurra "¿Vienes?" ni si quiera yo sé hasta donde la seguiría, ni si quiera sé si algún día
dejare de seguirla.