10 de marzo de 2013

Al perder su octava vida, el gato suspiró y dijo "esta es la última vez que me enamoro"

Y así se quedó, abrazando aquella prenda como cada noche, y cuando lo hace recuerda aquellos días felices, aquellos días a su lado. Recuerda cuando la recogía del trabajo, y como sacaba la cabeza por la ventanilla del coche a pesar de que fuera invierno, recuerda como comenzaba a desnudarse nada más cruzar la puerta, y nunca podrá olvidar aquellas piernas desnudas subiendo sus escaleras. Y no puede evitar recordar las horas en esa habitación, en la que parecía que nunca podría ocurrir algo malo, que esa felicidad sería eterna, siempre dejaban sus problemas en el lumbral de la puerta de aquella habitación, y los recuperaban con el beso de despedida. Pero desde hace unos meses el ya no olvida sus problemas al cruzar esa puerta, ya no hay unas piernas que suban sus escaleras, ni nadie ocupando el asiento del copiloto. Odiaba aquel perchero: pues en él aún colgaban la bufanda y el sombrero que ella no quiso llevarse. De vez en cuando lo abrazaba.