Sabes que el centro del mundo era siempre tu ombligo.
Viviré en la frontera de tus piernas,
cumpliré las normas
que me dictes,
y poder así volver a rozar
y acariciar
cada centímetro de tu piel.
Compartiremos la almohada
y yo no soñaré nada,
tu eres mi sueño.
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