18 de septiembre de 2014

La silueta del pecado, diseñada para mi.

Saco todas sus fotos, un vaso, la botella de vodka y sus bragas. Primera foto, ella, él y un elefante, recuerda aquel día en el zoo, como le agarro fuerte el brazo cuando escucharon al león gruñir, era una miedica, era su miedica, primer trago de alcohol. La garganta comenzó a arderle, pero era un dolor agradable. Segunda foto, ella, él, y sus padres, y vuelve a recordar, sin querer, fue una cena agradable, todos se comportaron como personas civilizadas a pesar de que sus madres no se tragaban. Segundo trago, esta vez un poco mas lleno. Tercera foto, ella, en todo su esplendor, como una flor en primavera que ve el mundo por primera vez, parecía que hasta el sol la amaba. Otro trago. Cuarta foto, ellos en el concierto de su grupo favorito, sonreían, sin tener ni puta idea de lo todo lo que les quedaba por sufrir, en la ignorancia esta la felicidad, otro trago. Y la ultima fotografía, ellos, como no, pero esta foto era especial, se besaban, como otras mil veces que lo habían hecho, pero fue el primer beso que fotografiaron, juntos, esos momentos eran y serán los mejores de su vida, todos los que fueron a su lado, y decide terminarse la botella mientras sigue contemplando aquellos instantes inmortalizados. Y llora, llora por todo el tiempo que perdieron, por todo el tiempo que no estuvo junto a ella, por ese tiempo que ya nunca podrá recuperarse. La escribe, como lleva haciendo los últimos 365 días que ha estado sin ella, pero se promete que sera la ultima carta, que no habrá mas. Y con cada letra que escribe se da cuenta de que aun la sigue amando como el primer día, que no podrá dejar de escribirla cartas jamas pues siente la extraña necesidad de contarle absolutamente todo, como si aun estuviera aquí, como si aun pudiera aconsejarle, como si aun pudiera animarle a seguir con sus estudios, pero él sabe que eso no volverá a pasar, que no volverá a verla, nunca. Se levanta, aun con lagrimas en los ojos, y decide que no quiere estar en un mundo en el que ella no este, que no puede vivir sabiendo que se han llevado a aquello que daba sentido a su existencia, pues mientras estaba con ella pensaba que por eso había nacido, para conocerla, para nadar en su boca, para perseguir sus sueños. Cogió el primer bote de pastillas que vio, y el segundo, y el tercero, y el cuarto, y mientras observaba su fotografía y releía la carta iba tomandoselas acompañadas por otra botella de vodka, y repitiendo una única frase "hasta pronto", hasta que su voz se apago.

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