8 de agosto de 2014

Solo los peces muertos siguen la corriente.

Acabo deshojando margaritas, dejando su destino en manos de aquellas delicadas flores blancas y esperando así poder quitarse la carga de tener que decidir por el mismo. ¿Le querrá? ¿No le querrá? ¿Que mas da lo que diga una estúpida flor? Pero no sabe que hacer, ¿Ir? ¿No ir? ¿Pero y si esa estúpida flor acaba teniendo razón? Va quitando pétalos, debe llevar ya unas 7 flores, y se promete que la siguiente sera la definitiva, lo mismo que dijo las anteriores 6. Y 8, y 9 y hasta 10 margaritas mas, hasta que el destino se canso de que no hiciera caso de sus señales y se largo. Entonces vio una flor, una especial, que destacaba entre todas las demás, como ella, la numero 11, decidió cogerla y se repitió que seria la definitiva, otra vez. Y mientras iba quitando pétalos y se acercaba al final ya se imaginaba lo que la margarita decidiría, lo mismo que las otras 10, pero no quería desistir, tal vez necesitaba una prueba mas fuerte del destino, o simplemente le importaba un carajo el destino y hasta que no saliera lo que quería no desistiría. Se acabaron los pétalos de aquella margarita, se levanto tranquilo, pensando que diría cuando fuera a buscarla, escuchando únicamente a su corazón y dejando atrás aquellas 11 margaritas, total, las flores nunca han sabido de amor.

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